Cuando estuve en Agadir, el
profesor de árabe de allí nos dijo que en esta cultura el concepto “intimidad”
no existe, o no lo conocen, o no les dice nada. En las rutinas, en el día a
día, también se descubren choques culturales como este: ¿cómo explicarles que
no nos pasa nada aunque queramos estar solas? Carmen y yo buscamos momentos
para andar y caminar las dos, sin nadie que nos guíe, ni que nos acompañe, ni
que nos ate de un modo u otro. Ya lo vamos consiguiendo: sabemos el camino a
los sitios, sí, no os preocupéis; hace calor, claro.... pero bueno, hace calor
en todas partes. Nos vamos a caminar porque necesitamos movernos, entrar y
curiosear... Al final son ellxs, todxs, los que están superando su miedo y su
preocupación a que nosotras estemos solas por la ciudad. La gente de las calles
por las que siempre pasamos ya nos conoce, la policía poco más y nos saluda,
nos conoce el de la tienda, los de la cafetería donde ya nos hemos sentado a
tomar algo un par de veces, los vecinos... y algún que otrx niñx que aprovecha
la ocasión para llamarnos y hablarnos en francés. También empezamos a formar parte de su
rutina, aún con nuestros hombros y piernas al aire, aún con nuestro descaro de
sentarnos en las terrazas y de caminar por las aceras ante la presencia
masculina. Aún con mi árabe chapucero, que les saca más de una sonrisa.
Hoy hemos cenado en la azotea de
un pequeño bar mientras oíamos las celebraciones de todos y cada uno de los
goles que se han marcado en el partido del clásico. Qué bobada, pensamos
nosotras, es como sentirse en casa, como escuchar los de la eurocopa, como
tratar de escapar de algo (porque a ninguna nos gusta el fútbol) y encontrarlo
donde una menos nos lo esperamos.
No puedo dejar de repetir que lo
mejor sigue siendo la noche. Hoy hemos estado hablando con nuevos estudiantes y
mañana inauguramos el quinto grupo de español: para la gente que ya sabe hablar
y tiene unas ganas locas de practicar a un nivel más avanzado. Algunos se han
enterado del proyecto porque el otro día vino la tele a grabarnos y nos han
dado difusión. 30 minutos nos piden nada más. Vale, perfecto: empezamos mañana
el grupo de conversación avanzada.
Reconozco que empiezo a sentirme
muy cansada. Reconozco que echo un poco de menos Salamanca, que tengo ganas de
piscina, de temperaturas razonables. Empiezo a notar los 20 días sin cama, el
calor, el ayuno, la sed continua... Noto que el cuerpo me pide vacaciones y
descanso. Pero ¿qué son 30 minutos más al día? ¿Qué pinta el cansancio aquí,
cuando presiento que este proyecto tiene tanto futuro como ilusión le ponen
cada día nuestros estudiantes, desde el más pequeño hasta el más mayor, desde
la primera a la última fila de bancos?
Empiezo a tener ese cruce de
sentimientos de quien sabe que llega el final de algo... Ya es solo una semana
lo que nos queda. Los estudiantes preguntan cuándo nos vamos y cuándo vamos
volver. Pronto, seguro. Y si no vengo yo, haré todo lo que pueda para que lo
antes posible vengan profesores de español para seguir regando la semilla que
ya hemos plantado. Pero yo volveré pronto, seguro, en cuanto pueda. Volveré
porque aquí es fácil sentirse como en casa, porque le debemos mucho a mucha
gente: las personas que se esfuerzan en enseñarnos Smara y el desierto, el té
de las colinas, las melfas, el grupos de chicos a los que llamamos amigos, las
puertas siempre abiertas, las risas con Salka y sus hermanas, y, hasta hoy, me
siguen llegando regalos de cumpleaños. Regalos que ni esperaba. Y, al final, se
nos desbordan los agradecimientos y la certeza de que está mereciendo la pena
pasar aquí un agosto de calor y ayunas.
Como dice la canción, los
principios suelen estar donde tú los dejas . Y ahí seguirán, para retomar lo
que ya está empezado. Por ahora, nos quedan algunos días más por delante:
clases, evaluación de proyecto, grupos de trabajo para que nos ayuden a
definirlo, desierto... y el 30 a El Aaiún, porque hay reunión de Alter Forum y
quieren que estemos ahí.
Y con los agradecimientos y el
cansancio, los regalos, el clima del desierto, los grupos, las sonrisas e
incluso las mañanas de letargo, me inundo de sueños :)
... que empiezan, Alba, empiezan, no lo dudes ;) cuenta conmigo.
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