jueves, 16 de agosto de 2012

Del viento y la risa


Después de los días de bajón, me fui recuperando poco a poco, aunque he terminado por hacer mía esta rutina del sueño, el té y el calor. Duermo, de verdad que duermo mucho. Me da un poco de pena porque durmiendo una se pierde muchas cosas, pero con este calor y con esta poca comida, poco se puede hacer.

La noche es distinta, sin duda. Todxs nos espabilamos y desde ayer sopla un viento fresco que da gusto. Desde los pisos altos de la fábrica, parece que se respira el desierto entero. A pesar del calor intenso, el desierto regala este tipo de cosas: el viento, en toda su plenitud. La gente aquí se suele ir de camping al desierto, por la noche; uno de mis estudiantes me ha dicho que han estado hablando para llevarme, inshallah, con ellos alguna vez. Pues eso, si dios quiere, pisaré otra vez la inmensidad del desierto y sus dunas, como tuvimos la suerte de hacerlo en El Aaiún, cuando nos perdíamos en los todoterrenos y nos daba por cantar eso de “y deja que te lleve el viento hoy a ver el mundo entero...”.

La segunda hora de clase, la que es eminentemente masculina, está llena. Hoy han ido como 6 personas más (menos mal que llega mañana mi refuerzo, Carmen, y juntas podremos dar mucho más abasto). Y estoy feliz. Ellos son un poco más espabilados que ellas; muchos van a la universidad y algunos estudian inglés, y se nota. Pero se les ve pletóricos porque ya se ven capaces de tener conversaciones en español, aunque sea solo en presente. Creo firmemente en todo lo afectivo en la enseñanza, porque los logros en poco tiempo son inmensos: ves a tus alumnxs que se expresan, felices en otra lengua, confiadxs, sin miedo al error, y con ganas, ganas y ganas.

Esta noche he hablado con Ali algunas cosas del futuro, inshallah, proyecto de español en Smara, como, por ejemplo, si agosto sería el mejor mes, si no considera oportuno hacer un grupo de niños y niñas solo o cuántos profesores podría haber aquí simultáneamente.

A la primera pregunta, la respuesta es no, evidentemente: agosto es un mes para cocer a profesores flojos como yo, aunque es el mejor para aprovechar sus vacaciones. Esto hay que pensarlo; si yo me fui a Etiopia dispuesta a pasar 6 meses, quizá otrxs haya que quieran llegar hasta aquí por el mismo tiempo. De la segunda pregunta, opina que a las mujeres les gusta estar con sus hijxs y sobrinxs; bien, vale, le digo yo... pero creo que tanto los chavalxs como ellas aprovecharían mejor las clases. Esta me la tengo que currar un poco más, a ver si le convenzo. Y sobre los profesores: entre 3 y 4.  Y mujeres, que son más atractivas para la enseñanza. Y yo me río; entiendo lo que dice, claro, y él me lo explica: somos más cercanas, damos más confianza, bla, bla, bla. Pero también se trata de darle la vuelta a este tipo de cosas: conozco profesores que son estupendos enseñando, aunque sean hombres. Y entonces, se ríe él.

Después de clase, Salka nos ha puesto a limpiar la fábrica a su hermana, a Mariam y a mí (barrer una fábrica en el desierto, no tiene precio) y después, las dos juntas, hemos lavado la ropa. De verdad que lo que más pena me da de no saber tanto árabe, es no poderme reír con ella más de lo que ya lo hago. Creo que nos hemos inventado una especia de interlengua, mitad árabe, mitad hassaniya, cada vez un poquito más de español, y algún chapurreo en inglés con el que nos ayuda su hermana a traducirnos,

Así que las anginas (durante las que eché de menos a mi farmacéutica preferida, que siempre sabe darme lo que me pone a tono), dejaron paso al buen humor, a la energía desértica, a la fuerza, a las risas con Salka y a las clases dándolo todo. Mañana llega Carmen, y será otra historia: a ver hasta dónde llegamos juntas :) Ella nunca ha dado clase de español, pero ya le he formado un grupo inicial para mañana, para que se curta pronto en el oficio... Y para terminar por esta noche, ya casi madrugada, la mejor de las reflexiones que me llegó de la que también viaja, lejos lejos, reuniendo todo el valor que tiene dentro para seguir enseñando por el mundo:

"Qué experiencia preciosa, qué sensación esa tan difícil de explicar, o de hacer entender: que no, que el español no se puede explicar igual en todos los sitios del mundo, que hay que ver a través de ojos que nunca han visto lo que nosotros conocemos..."

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