Salka, Mariam y yo
conseguimos comunicarnos a través de los diccionarios. La mañana se hizo pesada
en el inmenso calor. Leí un poco, hablé con Alí. Volví a leer. Les enseñé el
Corán que me metió mi padre en el libro digital, y allí que estuvimos leyendo unos
versículos, entre la técnica y la tradición. Tras la comida llegó la siesta.
Las tres nos refugiamos en nuestros ojos cerrados ante la imposibilidad de ver
nada en esta ciudad dormida al calor del ayuno: Salka lleva todo el día sin
comer, así que, como dice la canción “duerme de día, dice que así el hambre
engaña”; Mariam y yo nos echamos la siesta propia de la digestión. Ali vino a por nosotras más tarde y, por fin,
sentí algo de aire en la cara, aire del que entraba por la ventanilla bajada
del coche; y sin duda, eso me espabiló. La llegada a su casa fue entrañable,
con los niñxs, contentos, que nos saludan, efusivos por la novedad. Repetimos
menú de ayer y se agradece ir conociendo las rutinas: harira, pizza, dátiles,
los mismos zumos,... Voy cogiendo el ritmo. Pero, de vez en cuando, después de
que los niñxs se hayan aburrido de dar saltos, y cantar y bailar a nuestro
alrededor, vuelve el tedio del calor y de las horas que pasan. Ramadán es
difícil: los días se hacen largos y calurosos y las noches, salvo oasis de
relaciones sociales, y a pesar del fresco, más de lo mismo. Imagino que tienen
hambre y sueño, o hasta a eso se acostumbran en el largo mes en el que están.
Ya llevan más de 15 días en esta especie de vida al revés. En estos ratitos,
echo de menos a algún compañero de viaje, para pasar las horas, hablar y
aburrirnos en compañía. Ali está preocupado de que siempre esté bien, a gusto.
Yo le digo que sí, claro; miro internet, veo la tele, hablo con él, bebo té,
mucho té, y, de repente, me entra un sueño contra el que no puedo luchar, como
tampoco luchan sus hijos que, uno a uno, van cayendo por entre los cojines de
la casa.
Lo que tiene viajar
sola, como ya me pasó en Etiopía, es que pierdo un poco de independencia. Es
como si nadie me dejara dar un paso sin ayudarme, sin llevarme, sin
acompañarme. Y yo necesito tiempo para aclimatarme a todo este ritmo de calor y
ayuno; ritmo, además, de pocas palabras porque aquí nadie sabe inglés y mi
árabe chapurreado, aunque en aumento, nada más da la oportunidad de
intercambiar unas frases anecdóticas, que son más entretenimiento del personal
que verdaderas interacciones. La fábrica de cus cus está lo suficientemente
lejos como para que necesitemos un coche y la casa de Ali tiene un camino lo
suficientemente complicado como para desorientarme si quiero ir a algún sitio
sola. Echo de menos a Anaí, y su capacidad de llevarme siempre por el mejor
camino cuando yo me pierdo una y mil veces sin salir de una misma calle; con
ella todo sería más fácil (por este y otros tantos motivos). Y me acuerdo de
Fer y su inseparable callejero (y me pregunto si le sería tan fácil guiarse
entre un sinfín de calles sin nombre). Y por supuesto, no puedo esperar la
llegada de Carmen, aunque, espero que para cuando ella esté aquí, yo ya me haya
espabilado lo necesario como para haber empezado a buscar sola, de noche, y en
la tregua del Ramadán, las calles del centro de la ciudad donde no deja de
haber animación hasta que vuelve a brillar la claridad.
Hoy Ali me ha dicho
que deje de dar las gracias por todo, que soy una más de la familia. Me trae de
vuelta a la fábrica, cansada, con ese no poder abrir los ojos, tras una siesta
nocturna. Mañana le voy a decir que me acompañe a buscar cocacola para tener
aquí conmigo; como tenga que dar clase con esta letargo mental que me traigo,
la cosa no va a funcionar. Llego dispuesta a ducharme, pero, para sorpresa mía,
sigue sin haber agua... mi gozo en un pozo. Ya van dos días. Paciencia, chica,
me digo. Es lo que tiene emprender estas cosas sola... Hay que trabajárselo
para hacerse un hueco en la rutina y, para encontrar uno en el desierto, en
agosto y en Ramadán, el trabajo se vuelve sobrehumano. Pero bueno, de haber
querido que esto fuera fácil, no hubiera llegado hasta aquí.
Por cierto, nada más
empezar el día de hoy he decidido quitarme el reloj.
…..
La ducha cayó como
agua de mayo, por fin. Por la noche parece que hasta las tuberías se ponen en
funcionamiento. Salka y yo cenamos a eso de las 3 de la mañana, frescas y
felices por esa ducha que ambas nos habíamos regalado. Mariam llegó un poco
después, así que ya estábamos las tres en nuestro torreón de silencios y miradas. Por la
noche se siente la brisa. Caímos redondas en nuestro suelo-cama de alfombras.
Por la mañana, más que el sol, me despertaron las moscas; hoy hemos remoloneado
más de la cuenta (total, ¿qué prisa hay por levantarse?) Mariam y yo nos
tomamos un vasito de nescafé de desayuno. Y hace horas que las dos vuelven a
estar dormidas. Me resisto a caer yo también, aunque a veces la tentación de
cerrar los ojos es fuerte ¡No puedo pasarme el día dormida! Leo, preparo la
primera clase de hoy: imagino si funcionará o no funcionará, si sabrán decir
algo en castellano, si habrá una mezcla de edades difícil de llevar en un
aula,... Hasta esta noche, no resolveré el misterio, así que decido que esas
cuestiones no me preocupan más de la cuenta (nota mental: pedirle folios y
pinturas a Ali).
Me levanto de entre
los cojines y decido irme al comedor, donde seguro que, en la rigidez de la
silla, me cuesta menos resistir el sopor. Decido ver una peli, de esas del
disco duro; pero, ¡sorpresa! el disco duro no responde, parece que le falla el
contacto (¿se habrá fundido por el calor?). Aborto misión peli. Salka y Mariam
siguen dormidas. Creo que volveré a leer; tampoco hay mucho más que contar por
aquí. Por la ventana no se ve ni un atisbo de vida, en esta especie de polígono
saharaui de las afueras de Smara. ¡Se me había olvidado cómo se gestiona el
aburrimiento! Bueno, es un tiempo para mí, después de todo... ¡Cuánto hacía que
no me permitía el lujo de escribir, de meditar, de leer! (Aunque lo de la peli me vendría divinamente;
luego probaré el disco duro en el ordenador de Alí). Sí, sin fallo: voy a ponerme a leer
de nuevo.
(P.D. Acabo de conseguir una cocacola :)
:) de tu mano, a traves de tus lineas... de nuevo. tomate tu tiempo. ya sabes como va. ! animo!
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